Si alguien va siguiendo este blog se habrá dado cuenta de la cantidad de entradas que estoy efectuando hoy. No. No me he leido todos los libros introducidos en las últimas semanas. De hecho no estoy guardando orden cronológico alguno de lectura. Pero sí que me ha agarrado el impulso de ponerme manos a la obra, de ir "fichando" los distintos ejemplares que, tras su lectura, van colmando los estantes de mi librería.
Esta pieza en concreto la leo durante el viaje de ida y vuelta a Estados Unidos (Agosto-Septiembre 2012). Conocía al autor por referencias, por una obra llamada "2666" -que no he leido aún- y al verlo mientras compraba guías de viaje, decidí adquirirlo junto con la trilogía de Nueva York.
Reconozco que sentado en el sillón incómodo de un avión, a siete mil pies de altura y rodeado del continuo ir y venir del pasaje y la tripulación, no es el mejor lugar para desflorar un libro. Pero lo que se intuye es fabuloso.
Se trata de una novela desenfocada -multienfocada mejor- que narra sin orden ni concierto alguno las vivencias de un profesor que de Barcelona se ve obligado a trasladarse a Santa Fe, un pueblo de méxico. Pero lo cierto es que éste es el único resumen que se puede hacer, ya que la novela carece de trama en sí; o mejor dicho es el propio lector -el policía- el que debe construir su propia novela con los retazos que el autor va desgrando a lo largo de las páginas.
Por hacernos una idea, es como si cogiéramos la correspondencia o el diario de una persona fallecida, fuésemos leyendo sus pasajes, sus comentarios, sus frases sueltas, sus post it, sus dibujos a vuela pluma, y todo eso intentáramos integrarlo en una trama lógica.
Una novela incompleta pero no inacabada, leo por ahí. Y es verdad. Y eso es lo innovador. Si al final es el lector el que hace siempre su propia composición, su propia elucubración, ¿para qué hay que dar más que una serie de pistas sin final?...quien quiera leer ya construirá su propia lógica.
Desde el punto de vista estilístico, Bolaño - a quien no había leido hasta ese momento- me ha parecido extraordinario. Como todos los sudaméricanos. En su juventud había escrito poesía, y esa lírica que emana de las palabras, como en Galeano, como en Márquez, se nota y mucho.
Muy recomendable, aunque reconozco que me la tengo de volver a leer.